poder

Duelo Por El Poder 

Fecha: Oct 24, 2023

Categoría: Santa Tecla

Enfrentamientos entre liberales y conservadores 

Francisco Dueñas era tenaz. Eso es lo menos que se puede asegurar de él. Un hombre cuya poder parecía alcanzar hasta los rincones de las salas donde se tomaban las decisiones que marcaban a El Salvador. Dueñas nunca fue indiferente para nadie.

A favor o en contra fue uno de principales personajes del país en el siglo XIX. Y como si fuera el director de orquesta que antes tocó diferentes instrumentos, él se sentó en los principales despachos de la época. Fue presidente de la República en tres ocasiones, rector de la Universidad de El Salvador, vicepresidente de la República, ministro de Relaciones Exteriores y Hacienda. Se encargó de fundar una dinastía familiar y contribuyó a la fundación de la ciudad de Santa Tecla, que se convirtió en su fortín. 

Su semblante la de un hombre serio y maestro de la retórica estuvo ligado a las Colinas desde antes de que se ideó. Fue parte de la comisión que estableció que el valle de Uliman podía acoger una nueva capital. Su nombre estuvo entre los firmantes del Acta de Fundación de la ciudad. Y en 1855, fue uno de los primeros que construyó su casa en el recién fundado asentamiento. Más que una vivienda sería un hogar donde recibiría a su círculo más cercano. Dueñas era un caudillo y su nombre siempre fue sinónimo del bando más conservador de la sociedad. En Santa Tecla estaba rodeado de sus grandes amigos, aliados y adeptos. Se movía como un pez en el agua en sus calles. 

Tener un bando –en esa época como ahora– era elemental en la clase dominante para la consecución del poder político y económico. Los tecleños más influyentes de la fundación veían en Francisco Dueñas al líder de ese bando.

Se identificaban con los valores más conservadores: el deseo de preservar las instituciones coloniales; la continuidad del poder de la Iglesia Católica, incluido los manejos estatales; la visión centralista del manejo del poder y de la economía; y la férrea oposición al proyecto de la Federación Centroamericana. 

Barrios y Dueñas, un duelo por el poder 

Santa Tecla se convirtió en un bastión de la resistencia a Gerardo Barrios. Y su influencia, como una capital conservadora paralela a San Salvador, fue creciendo poco a poco. Acogido por una amnistía, Francisco Dueñas regresó a su casa en Santa Tecla, a pocos meses de haber salido exiliado. No claudicó en su oposición a Barrios y a los manejos de su administración. En Santa Tecla fue recibido como un héroe. Con el mismo desdén, el militar migueleño, ya instaurado en el poder, les consideró enemigos, oponiéndose al desarrollo de la nueva ciudad. 

Las élites de San Salvador, afines a Barrios, se impusieron la reconstrucción de la ciudad por el terremoto de 1854. Con apenas cuatro días de mandato, en 1859 Barrios decretó el traslado del Gobierno de Cojutepeque a San Salvador. Barrios era un fiel seguidor del legado del hondureño Francisco Morazán y encarnaba las ideas iluministas de progreso, de federalismo, de libertad económica y de la separación de la Iglesia y el Estado. 

Sin embargo, la contienda entre conservadores y liberales no fue una lucha maniquea entre dos bandos opuestos. Muchas veces, la frivolidad con que se perseguían ciertos intereses personales, la mezcla espuria de alianzas y traiciones, y el caudillismo irreflexivo enmarañó estas contiendas, que aparentemente se alejaron de causas y razones ideológicas. 

Gerardo Barrios recelaba y veía complots en todas partes, según correspondencia de Barrios al general Juan José Cañas. Tecleños fundadores como los hermanos Liévano o los hermanos Pino fueron denunciados por Barrios en beligerantes cartas, que fueron recopiladas en los Papeles Históricos de Miguel Gallardo. 

En los últimos días de 1861 –según la cronología de Santa Tecla de CONCULTURA– varios ciudadanos fueron acusados de tramar un complot para asesinar al presidente Barrios. Como algunos de ellos residían en Santa Tecla, se acusó a Francisco Dueñas de ser el instigador de esa conspiración, por lo que en enero de 1862 Dueñas fue encarcelado y expulsado nuevamente a Guatemala. Para ese año, la disputa entre Barrios y los conservadores tecleños se veía reflejada en los problemas de la ciudad. Las calles eran precarias e intransitables en época de lluvia por falta de apoyo del Supremo Gobierno. Además, el presidente Barrios prohibió a la municipalidad de la nueva ciudad repartir los terrenos de sus ejidos y anuló repartos anteriores. 

Mientras la ciudad que ayudó a forjar pasaba momentos aflictivos, Francisco Dueñas preparaba su retorno de la mano del poderoso Carrera. El domingo 15 de febrero de 1863, las tropas guatemaltecas invadieron El Salvador para derrocar a Gerardo Barrios. Entraron por Ahuachapán y marchaban hacia la capital del país.

Barrios no se quedó de brazos cruzados y constituyó un frente de batalla en Coatepeque. Además, el jueves 19 de febrero capturó a los que consideraba traidores a la patria y los declaró enemigos públicos.

Entre ellos estaban Ciriaco López, Ramón Montoya, Ascencio García y otras personas influyentes de Santa Tecla. ¿Su castigo? Ponerlos en la primera línea de los hombres que estuvieran en el campo de batalla de Coatepeque. El combate ocurrió el 24 de febrero de 1863. Fue una lucha intensa en la que las tropas salvadoreñas obtuvieron la victoria. Después de vivir el susto de sus vidas, los presos políticos, como Ciriaco López, recobrarían su libertad luego de pagar una fianza de cinco mil pesos de plata. Pero la guerra entre conservadores y liberales estaba lejos de terminar. 

La élite tecleña domina El Salvador 

Un grupo de hombres jadeantes y hambrientos llegó a Santa Tecla en septiembre de 1863. Era una banda de sujetos en una condición y aspecto deplorables. Estaban exhaustos. Unos bajaron desde el volcán de San Salvador y otros llegaron por el paso del Guarumal, según se relata en el libro Reminiscencias históricas de José María Huezo. 

Eran las tropas del guatemalteco Rafael Carrera y, aunque no lo pareciera, llegaban para ocupar la ciudad de Las Colinas en su avanzada rumbo a San Salvador para derrocar a Barrios. Las tropas de Carrera estuvieron en Santa Tecla del 10 al 29 de septiembre de 1863. La ciudad tecleña se mantuvo aliada a los conservadores guatemaltecos. 

Es más, allí establecieron el hospital para sus heridos de los distintos frentes de combate y recibieron la atención de doctores como el cirujano Manuel Gallardo. Las tropas de Rafael Carrera sitiaron San Salvador y, después de un mes sin agua ni mayores provisiones, derrocaron a Gerardo Barrios, quien huyó a La Unión para embarcarse hacia Costa Rica. 

El lunes 26 de octubre de 1863, Francisco Dueñas –con
el respaldo de Carrera– asumió el poder de El Salvador como Presidente Provisorio. Dueñas organizó y nombró a su gabinete de Gobierno en la ciudad de Santa Tecla y colocó en altas responsabilidades a los mismos tecleños vejados por Barrios, que fundaron la ciudad con él. 

El triunfo de Dueñas significó el ascenso de la élite tecleña al poder y Juan José Bonilla, José Ciriaco López y Manuel Gallardo pasaron a formar parte del gobierno. 

Fiel a su ideal conservador, Dueñas invitó al obispo Tomás Miguel Pineda y Saldaña a que regresara al país de su exilio en Guatemala, donde había vivido durante la administración de Barrios. En 1864, apenas diez años después de fundada la ciudad, el Gobierno promulgó una nueva constitución que enarboló los ideales conservadores. 

Dueñas declaró como «reo de alta traición» a Gerardo Barrios, quien continuó conspirando en la sombra para retornar al poder. El 1o de febrero de 1865, Dueñas fue nombrado oficialmente como Presidente Constitucional. La municipalidad y vecinos tecleños se congratularon públicamente con señales de adhesión y respeto. 

A mediados de ese convulso año, una intentona golpista alentada por Barrios fracasó y el militar fue capturado en las costas nicaragüenses de Corinto, desde donde fue extraditado a El Salvador. El gobierno de Nicaragua puso como condición que no se le aplicara la pena de muerte. Sin embargo, el Gobierno salvadoreño consideró que no se le podía restringir el libre pronunciamiento de los fallos judiciales. 

Un Consejo de Guerra condenó a muerte a Gerardo Barrios, la noche del 28 de agosto de 1865. El obispo Pineda y Saldaña acompañó y asistió espiritualmente a Barrios en sus últimas horas.

Un golpe de Estado derrocó el gobierno de Dueñas el 12
de abril de 1871, que se había mantenido 8 años en el poder. El jurista fue temporalmente apresado y luego se exilió en Estados Unidos. Recorrió Europa y Norteamérica. Volvió a Santa Tecla en 1883 pero se volvió a exiliar por desavenencias con el gobierno de turno. 

Juan José Cañas narra que quienes lo vieron partir de la ciudad que ayudó a fundar, lo vieron llorar. Fue el último adiós. Dueñas murió en la bahía de San Francisco el 4 de marzo de 1884. Sus restos fueron traídos en barco y sepultados en el cementerio de Santa Tecla, su ciudad. 

Otras Blogs

No se encontraron resultados

La página solicitada no pudo encontrarse. Trate de perfeccionar su búsqueda o utilice la navegación para localizar la entrada.